En primer lugar, la toma de contacto. Como cualquier elemento nuevo, debe de ser colocado delante del animal para que el mismo, fruto de su curiosidad y por iniciativa propia, vaya explorando la jaula. El animal se familiarizará con el objeto y lo verá como algo normal. Esta es la primera etapa, y como podéis ver es de lo más sencillo. A partir de ahora la cosa se complica un poco, pero poco, ya veréis.
Ahora tendremos que hacer entender que esa jaula, además de ser normal, es su “amiga” ¿y cómo podemos conseguir esto? Pues con comida.
Es buena idea empezar con introducir premios en el interior del transportín para que el animal adquiera un refuerzo positivo.Tras practicar esto, podremos probar a colocar el comedero en el interior de la jaula, de este modo el perro entenderá que es un lugar seguro donde poder comer.
Cuando el ejercicio anterior esté bien trabajado y el animal se sienta completamente seguro en el interior, el siguiente paso será cerrar la puerta y mantener al perro en su interior.
En los primeros ejercicios, cerraremos la puerta breves periodos de tiempo y siempre con comida dentro para mantener distraído al animal.Se irá aumentando la duración del encierro de forma paulatina, del mismo modo que se va retirando la distracción alimentaria.
En este punto, resulta fundamental aclarar que, aunque el animal llore, no debemos de abrir la puerta, ya que asociará el llanto con la apertura de la puerta. Por lo tanto, solo abriremos cuando el perro esté tranquilo y relajado.
Con el tiempo y siempre progresivamente, el perro asociará la estancia en el transportín con una situación agradable y podrá permanecer en el interior como si de una suite se tratase.
Esperamos que estos consejos os resulten prácticos y útiles para hacer al perro más llevadera y agradable la situación.
Juan Vázquez
Médico veterinario
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