Gatos y perros: mitos y verdades

¿Cómo debo emparejar un perro con un gato y viceversa?

Esta es una pregunta muy habitual de quienes ya tienen una de las mascotas y quieren adoptar otra.


En primer lugar, no se debe incorporar un nuevo animal a la familia si el que se tiene en casa tiene problemas de comportamiento, ya que primero deben investigarse y resolverse. Incorporar una nueva mascota puede agravar los problemas existentes debido a todos los cambios y la adaptación necesaria, que inevitablemente causan cierto estrés. Aunque no hay fórmulas mágicas, esta incorporación debe producirse siempre de forma gradual y tomándose el tiempo necesario para cada uno:

  • Es interesante llevar a casa, antes de la entrada del nuevo miembro de la familia, uno o varios objetos con su olor;
  • Tanto si ya tienes un gato y vas a introducir un perro, como si tienes un perro y vas a introducir un gato, el uso de feromonas puede ser importante en esta etapa (por ejemplo, Feliway® para gatos y Adaptil® para perros);
  • Al principio deben estar en habitaciones separadas y su introducción debe hacerse gradualmente, permitiendo siempre que el gato tenga lugares donde pueda esconderse.

¿Cuándo es el mejor momento para juntarlos?

Este proceso de integración será más fácil si ha habido una buena socialización durante el periodo juvenil con la especie que se va a introducir en la familia. Los perros que nunca han convivido con gatos pueden verlos como “presas” debido a su instinto natural depredador. La integración del gato en este caso puede ser más difícil y puede ser necesario recurrir a ayuda especializada. Al igual que los gatos que nunca han convivido con perros, especialmente durante los primeros meses de vida. Por eso, en teoría, lo ideal sería que el perro y el gato crecieran juntos.

¿Los perros y los gatos “hablan” el mismo idioma?

No. Las dos especies tienen pautas de comportamiento diferentes que pueden dar lugar a cierta confusión. Algunos ejemplos:

  • El movimiento de la cola en los perros se asocia a una emoción positiva. En los gatos este movimiento de la cola suele producirse en situaciones de emociones negativas;
  • Los perros son animales gregarios, dependen del grupo para sobrevivir y, por tanto, tienen un sistema social complejo. Los gatos son cazadores solitarios y, a pesar de formar parte de grupos sociales, tienen actividades que realizan de forma solitaria, concretamente la alimentación. Es por ello que debemos tener zonas de alimentación separadas para cada animal. Si tenemos un perro y un gato, cada comedero debe estar en un lugar diferente de la casa para que ambos puedan alimentarse tranquilamente;
  • Los gatos son muy sensibles a cualquier cambio de rutina o incluso en la casa (por ejemplo, cambiar un mueble puede ser suficiente para aumentar los niveles de estrés). Los perros, aunque también les gusta tener una rutina bien establecida, no son tan sensibles a los pequeños cambios, como en las rutinas o cambios en la alimentación a otros piensos.

¿Cómo sé si mi perro y mi gato se llevan bien?

Un perro y un gato pueden vivir pacíficamente en la misma casa sin por ello tener interacciones estrechas. Sin embargo, algunos comportamientos (como dormir en contacto o lamerse mutuamente) son indicadores de que se ha establecido una relación sana entre ellos. Asimismo, algunas razas como los Golden, por su carácter afable, tienen mayor facilidad para convivir con otros animales, como gatos.


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