Ladrar en el momento adecuado: ¿Cómo puedo enseñar a mi perro a “hablar”?

Como todo el aprendizaje de los perros, este debe de venir reforzado por el ofrecimiento de algún tipo de gominola o comida lo suficientemente deliciosa. En este caso no iba a ser menos, y nuestra herramienta principal para enseñar a nuestro perro a ladrar, será tener siempre a mano su gominola favorita.

Lo primero que tenemos que hacer es conseguir que nuestro perro ladre de forma espontánea. Para ello, debemos de conseguir que el perro se excita y se ponga nervioso. Cada perro es un mundo, y su dueño conoce mejor que nadie cuáles son las cosas que al perro más le excitan. Puede ser buena idea utilizar algún juguete que le guste mucho, también utilizar la misma gominola, enseñándosela sin dársela. Esto hará que el perro se ponga nervioso y tarde o temprano emita un ladrido. Lo que tenemos que hacer en este momento, es darle una gominola y reforzar con entusiasmo gritando algo como “muy bien”. También podemos ayudarnos del clicker, del que ya hemos hablado en otros artículos.

Cuando el perro haya ladrado varias veces y recibido una gominola después, debemos de introducir la orden de “ladra”. Al principio, no siempre que digamos la orden el perro va a ladrar. Pero es importante que cada vez que digamos ladra y el perro ladre, le recompensamos con una gominola. Al final, tras varios intentos, el perro asociará la orden de “ladra”, con el ladrido y la recompensa.

De este modo, cada vez que digamos “ladra”, el perro ladrará. Más adelante, no será necesario ofrecer siempre una gominola, con el clicker o nuestro “muy bien”, será suficiente. Es importante al principio del entrenamiento realizarlo en unas condiciones tranquilas, por ejemplo, dentro de casa. De este modo el perro estará más atento a las órdenes y será más receptivo.

Cómo podéis ver, la mayor parte del adiestramiento de órdenes es similar. La única dificultad de la orden de ladrar, es conseguir los primeros ladridos espontáneos del perro. Una vez conseguidos estos, será muy fácil conseguir reproducirlos cuando nosotros queramos, y presumir de que nuestro perro “habla”.

Juan Vázquez

Médico veterinario


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